Habrá que nunca debe haber habido tantas cosas por haber

lunes, 11 de agosto de 2008

Estoy en París.


Mañana partías, te ivas lejos de acá te pregunté, -¿Me llebas con vos?- Me respondiste que no, que no tendría que dejar mi vida... Pero yo le respondí que él era mi vida, que él era lo que con un beso a la mañana me despertaba de mis sueños para hacerlos realidad junto a él.
Entonces me tomó de la mano y me dijo: -Recordá este momento para siempre- me tapó los ojos, y solo su mano era mi guía, solo tenía eso para confiar.
Abrí un ojo sólo por la mitad intentando espiar aquel lugar intrigante, solo enfoqué su hermosa sonriza que brillaba como nunca.
Volví a cerrar los ojos (casi te dabas cuenta).
-Ahora si- dijiste friamente, esta va a ser nuestra despedida, por tan solo unos meses hasta volvernos a ver, hasta que nuestros labios se encuentren, hasta que nuestros cuerpos se unan con un solo abrazo.
Despegué mis ojos y estabamos en la playa, en esa que siempre comparíamos nuestros secretos de amor, nuestras aventuras de pasión. Me digiste por última vez: -bebé miremos el atardecer sin tocarnos un solo pelo hasta dormirnos, cuando despiertes yo estaré devuelta-.
Desperté anciosa por abrazarlo, pero él, había partido a París.
Lo corrí hasta el aeropuerto, muy desesperada hasta que algo nos unió y lo ví. Corrí lo abrazé fuertemente y el me murmuró del otro lado de mi cuerpo, abrazandome, muy cerca de mi oido: -Yo sabía que si en verdad me amabas vendrías a buscarme, yo sabía que me amabas- Y en su mano un pasaje a París, para la próxima semana.
Estoy en París.

Luciana Tecles