Habrá que nunca debe haber habido tantas cosas por haber

jueves, 18 de junio de 2009

Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo.


Es verdad, los aromas, perfumes, olores nos llevan a diferentes puntos de nuestra mente. Nos llevan a recorrer caminos sin final. A momentos lindos, feos... Momentos.
Estamos totalmente enfocados en algo, importante o no. Pero lo estamos y al respirar, percibimos un olor que nos parece extraño. Un olor que nos abre la puerta de un colectivo de recuerdos y nos lleva más allá. Parando en paradas diferentes, en diferentes lugares, en diferentes espacios de la mente.
Un perfume, nos trae recuerdos, un lugar nos trae recuerdos, una parada de colectivo nos trae recuerdos, una esquina con un techo nos trae recuerdos, una vereda nos trae recuerdos, un sueño nos trae recuerdos. Vivimos de recuerdos, necesitamos del pasado, para poder vivir nuestro presente, transformarlo en pasado en el momento en el cual... pasamos a un futuro.
Un ciclo. El tiempo.
El tiempo no es más que algo perdido. No es más que algo necesario para la organización.
Es verdad: NO EXISTE.
El tiempo nos estresa, nos agota, dependemos de él. Toda nuestra vida.
Tiempo para dormir, para comer, para vivir en la rutina de todos los días. El tiempo, una rutina.
Pero no existe tiempo, por lo menos en mi vida con respecto a: El amor, la diversión, el momento al estar con una persona que me hace reír. No, no hay tiempo en la felicidad, como tampoco hay para el odio. No, porque no hay limitación. No, porque no se organiza nada de todo eso.
La vida misma no se organiza, eso es tristeza.
Luciana Tecles